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Del método antiguo al Sistema de Enseñanza Mutua o Método lancasteriano: la transición de una reforma lenta y prolongada en Zacatecas, Siglo XIX.


Leonel Contreras Batancourt1

Resumen.

Con el México independiente llegó al nuevo país una nueva moda en la primera enseñanza relacionada con el método: el sistema de enseñanza mutua (SEM) o método lancasteriano. El nuevo método se comenzó a emplear junto con el antiguo. Compartieron coincidencias como la memorización, la rigidez y disciplina incluidos los castigos, y entre las diferencias se registran nuevos contenidos curriculares, la participación de alumnos como monitores de clase en la instrucción de sus pares y el que el sistema mutuo descansara en una disciplina programada. Vigilar y castigar o en su caso, premiar. En Zacatecas a partir de la apertura de la Escuela Normal Lancasteriana en 1826, con el nombre de “La Constitución” comenzó a propagarse en la capital del estado y cabeceras de partidos.

El nuevo enfoque y forma de enseñar los ramos de escritura, lectura, aritmética y moral avanzó y se mantuvo en pocos lugares. Fue sin embargo un nuevo ensayo educativo que pretendió ser una alternativa para la educación popular con los propósitos de formar ciudadanos y hombres útiles para superar el estado de postración por el que transitaba el país.

Palabras clave: Sistema de enseñanza mutua, método lancasteriano, Zacatecas, Escuela Normal.


Introducción.

Los cambios o reformas registrados en la instrucción o enseñanza del nivel elemental son de larga data en nuestro país. Lo que se conoció como método antiguo o tradicional del que todavía hay reminiscencias, comenzó a ser sustituido por otro cuando México nace a la vida independiente.

Aunque prevalecieron las inercias y el peso de la tradición que se vuelve costumbre, los métodos de enseñanza empleados en las escuelas de primeras letras en el tiempo que nos ocupa, se rigieron por la continuidad del tradicional y la ruptura y en algún sentido alternancia, que representó la llegada del sistema de enseñanza mutua o método lancasteriano junto con el periodo independiente. Como parte de la legislación de la época, en este último, los maestros o preceptores deberían conocer y dominar para poder hacer uso del mismo. Pero resulta que eso justamente es lo que les era ajeno a la mayoría de los instructores, incluidas las maestras. Por lo que en la mayoría de las escuelas el método dominante siguió siendo el llamado antiguo. Esto propició que, en estados como Zacatecas, cuyo método arribó con la apertura de la Normal lancasteriana en 1826 y fue incluido en la Ley o Plan General de Enseñanza Pública para el Estado de Zacatecas (LGEP) de 1831, el método lancasteriano fuera una moda pedagógica que, no obstante que se utilizó en el resto del siglo XIX, su implantación relativa fue muy lenta, gradual y con un sinnúmero de dificultades. A mediados de los cincuenta, la mayoría de las escuelas en el estado seguían enseñando con el método tradicional. Arreglar las escuelas con el mobiliario que el método demandaba implicaba además de la fábrica material del inmueble, recursos económicos considerables. Sin embargo, el mayor obstáculo para que se propagara fue la carencia de maestros que lo conocieran y con él enseñaran los ramos de las primeras letras.

Fue la Compañía Lancasteriana quien en la víspera de la consumación de la independencia introdujo en México el método lancasteriano. Correspondió a esta institución la propagación y vigilancia en la aplicación del sistema de enseñanza mutua, el método que se puso de moda adoptado en algunos lugares del territorio nacional con el apoyo de filántropos y ciudadanos acomodados y de los gobiernos general y de los estados, lo que dio lugar a la aparición de escuelas lancasterianas. Llamadas así por el empleo del método perfeccionado por Joseph Lancaster y dirigidas por preceptores que conocían y enseñaban con él. Zacatecas tuvo su Escuela o Normal Lancasteriana. Con su apertura legó una moda para la instrucción de las primeras letras que generó expectativas. Para los propósitos del presente trabajo los términos sistema de enseñanza mutua (SEM), método mutuo o lancasteriano, deben entenderse como lo mismo

Objetivo y método.

El presente trabajo tiene como propósito divulgar el caso de la reforma pedagógica que representó la adopción de un nuevo método en la instrucción de la primera enseñanza en Zacatecas, a lo largo del segundo y tercer cuarto del siglo XIX. Al abordar la llegada de la nueva moda educativa se da cuenta por medio de un aparato teórico de las aportaciones que especialistas han hecho al lancasterianismo y de la utilización de fuentes de archivo que contienen información de la manera como se diseñó el sistema de enseñanza mutua, entre estas últimas un manual o reglamento para la organización y funcionamiento de las escuelas de primeras letras del estado de Zacatecas en el periodo mencionado escrito por Ignacio Ribott. El sistema mutuo se aplicó solo en forma limitada debido a las carencias económicas, a la inestabilidad política y social propias de la época y a la falta de maestros con el dominio del mismo, razón por la cual se siguió empleando en la mayoría de los establecimientos de enseñanza el método tradicional.

Las escuelas lancasterianas.

Las escuelas lancasterianas son resultado del contagio de la enseñanza libre que se propagó por buena parte del territorio del México independiente.

Las escuelas de primeras letras lancasterianas comenzaron a expandirse a partir de 1822, al crearse la Compañía Lancasteriana a cargo de Manuel Codorniú, Agustín Buenrostro, coronel Eulogio Villaurrutia, Manuel Fernández Aguado, Eduardo Turreau e Ignacio Rivoll (Ortíz, 1986, :18). Estos personajes y otros que integraron la Compañía, algunos con importantes cargos en el Gobierno, en la Iglesia y distinguidos comerciantes o pequeñoburgueses que se desempeñaban en las profesiones libres, mineros, incluidos propietarios o miembros de familias dueñas de haciendas. Por lo tanto, eran gente de dinero. Por el solo privilegio de pertenecer a ella, lo que representaba un signo de distinción, no vacilaban en aportar una cuota mensual destinada al sostenimiento de las escuelas fundadas por la Compañía primero en la ciudad de México y posteriormente en otras partes del país. En 1842, aprovechando su infraestructura, filántropos y socios de la Compañía conocedores de la moda educativa, y tradición pedagógica, Santa Anna transformó a la Compañía Lancasteriana de México en Dirección General de Instrucción Pública (Staples, 1985, :23-24). En función de la naturaleza del método de enseñanza mutua que requería del auxilio de los alumnos más aventajados conocidos como monitores, las escuelas lancasterianas, además de enseñar a grupos numerosos permitía formar y capacitar en el método en cuestión a los monitores para que pudieran reproducir o propagar el método en otros lados (loc. cit.). Por esta razón no faltaron algunas escuelas lancasterianas a las que se les conoció como Normales como fue el caso de la de Zacatecas, pues hasta 1831 se tiene constancia que recibió como alumnos a maestros en ejercicio propuestos por los ayuntamientos de algunos partidos que acudieron a actualizarse y a capacitarse con el método en boga.

A su llegada a México el sistema mutuo ya había sido adoptado con éxito según sus propagandistas en otras partes, incluidos algunos países sudamericanos. Antes de consumarse la independencia de México, el método lancasteriano llegó a España en 1810, se empezó a divulgar en nuestro país en las provincias del Sureste y en Puebla en1818 y un año después en la ciudad de México (Tanck, 1979, :19). Siendo la moda educativa, con sobrados ejemplos de su éxito en todo el mundo, Lucas Alamán encargado del fomento de la educación durante la mayor parte del tiempo que abarca la Primera República Federal (1824-1835), no vacilaba en afirmar que en las escuelas de primeras letras mexicanas también debería aplicarse el novedoso método. De las primeras escuelas fundadas en la ciudad de México entre el Imperio de Iturbide y la Primera república federal están la de “El Sol” y “Filantropía” con apoyo de grupos masones.

La Escuela Normal “Filantropía”, fue pensada como una Escuela Normal como lo estipulaba la Cartilla lancasteriana. En su planeación se dividió en tres secciones. En la primera se enseñaría la instrucción elemental a los niños; en la segunda, se preparaba a ciudadanos interesados en la carrera de preceptores, capacitándolos; y la tercera de las secciones estaba dedicada a los estudios literarios o superiores.

En Zacatecas la Normal “La Constitución” o Escuela Normal Lancasteriana se fundó en 1825 y abrió sus puertas un año después atendiendo únicamente la primera sección, pues los alumnos de las dos escuelas que había en la ciudad y cuyo sostenimiento traducido en el pago de los maestros, corría por parte del Ayuntamiento, pasaron a ser parte de la nueva escuela. Entre 1826 y 1834 Se implementaron en ella la primera y segunda secciones. Lo que fue propiamente la segunda sección o nivel de Normal, se inicia en 1831 cuando Ignacio RIbott fue contratado como su director.

La Normal Lancasteriana zacatecana abrió sus puertas en 1826 atendiendo el nivel de primeras letras. En 1831, teniendo como director a Ignacio Ribott, se transformó en una institución, la primera quizá que hubo en el país, actualizadora y formadora de maestros a la que acudieron dos grupos de preceptores en servicio provenientes de varios partidos del estado para conocer y luego propagar el método lancasteriano.2

Los dos métodos: transición, continuidades y rupturas.

Como sucede con otros aspectos de la estructura y superestructura en una sociedad, cuando llega al nuevo país el SEM, al seguirse enseñando el método que se venía empleando convivió con el nuevo. Aunque entre ambos había diferencias compartieron también continuidades a la vez que rupturas. Entre las semejanzas que tuvieron están el celo por la disciplina en las clases, si bien en el lancasteriano la disciplina estuvo normada actividad por actividad y ramo por ramo. Como si con esto se buscara regular la división del trabajo y diferenciación de las funciones en el proceso de instrucción, propios del modelo industrial de una fábrica de dónde el método tiene sus antecedentes. Como su antecesor el lancasteriano siguió siendo verbalista. De igual forma se basó en el memorismo. Muchos libros y utensilios como las pautas para las pizarras y pautas para la escritura, catones, cartillas, catecismos y algunos libros utilizados en los ramos de la lectura y moral siguieron siendo los mismos.

Otro rasgo común fue el horario de clases que siguió siendo discontinuo con sesiones por las mañanas y tardes.

¿En qué diferían entonces? Entre las diferencias del nuevo con respecto al anterior método, estuvo la forma como se distribuía el espacio y la asignación de lugares de los discípulos. De igual forma, el empleo del tiempo se utilizó de manera diferente entre ambos métodos. Sobre este aspecto, nos dice Foucault que en el método tradicional la atención del maestro era uno por uno. Mientras se ocupaba con un alumno, el resto del grupo permanecía ocioso y sin poder ser vigilado (Foucault, 1997, :151). Esta situación cambiaría con la llegada del sistema de enseñanza mutua cuando al dividir al grupo en semicírculos y clases, los alumnos integrantes de cada semicírculo con los monitores o instructores al frente auxiliados de los carteles, se pudo trabajar simultáneamente con diferentes ejercicios, y con todos los alumnos del grupo por numeroso que éste fuera. Con el nuevo método, la organización del trabajo se dio sobre la base de una economía de tiempo más productivo, sin dejar nunca de vigilar y castigar, pues no se debe perder de vista que el método funcionaba basándose en premios (estímulos) y castigos. Reconocimiento y premios para los bien portados y aplicados y castigo para los indisciplinados y los de bajo rendimiento. Estímulo y represión fueron las divisas por las que se rigió la nueva moda educativa. La emulación fue un principio que el sistema mutuo buscó fomentar: imitar lo mejor que hacían los compañeros y tratar de hacerlo mejor.

Desde su llegada a México el novedoso método despertó la simpatía de la clase política y desde los círculos de gobierno se buscó su implantación. Don José María de Ávila, presidente del Ayuntamiento de Aguascalientes, declaró en 1833 no sin cierto sesgo ideológico, que la diferencia entre el método “antiguo” y el ideado por Bell y Lancaster consistía en que el primero correspondía a la época en la que México no podía haber “ilustración, libertad y seguridad”.3 El lancasteriano en su opinión crítica, iba acorde con los progresos observados en Europa. Proporcionaba a la juventud “ventajas incalculables”, como podían ser la forma de trasmitir los conocimientos o la enseñanza de la doctrina moral o política, tan necesaria para cultivar la conciencia política y cívica, y para que junto a los nuevos procedimientos de instrucción de los demás saberes ya no se “atontara” a los niños. Pareciera decirnos este gobernante hidrocálido que, en la comparación del método antiguo con el lancasteriano, se confrontaban la tradición versus la modernidad.

Las actividades de aprendizaje de los ramos en el método lancasteriano se hacían en semicírculos. A través de “movimientos militarizados” [por la disciplina y tiempos reglamentados con los que se ejecutaban], por los grupos de alumnos que integraban los semicírculos al frente de los cuales se ponían los monitores siendo éstos los alumnos más aventajados, previamente aleccionados por el director. Quienes conformaban cada semicírculo a la orden del monitor, se paraban y sentaban siguiendo las instrucciones que les trasmitía, “todo hecho con gran precisión” (Staples, 1999, : 104). Con el empleo de un señalador llamado también telégrafo, el SEM funcionaba pasando de una actividad a otra de diferente ramo (materia) de manera sistemática y a la misma hora de lunes a viernes, pues los sábados se le dedicaba más tiempo a tomar las lecciones de moral.

Durante los años 30’s de la centuria decimonónica, José María Luis Mora al referirse a la diferencia que existía entre el método antiguo y el lancasteriano, observó notables adelantos en “los pupilajes o pensiones de los particulares”, es decir en las escuelas o colegios privados (Staples, 1985, p: 68). Agregaba: “Estas casas de educación, libres de los obstáculos y resistencias que opone la rutina a todo género de mejoras, han podido ensayar y establecer con más libertad y éxito más seguro, los nuevos métodos de educación y enseñanza que encuentran resistencias tan formidables en los establecimientos públicos” (loc.cit). En su apreciación, Mora hace alusión a la libre enseñanza de la que era un fiel partidario.

Con la Ley y Plan General de Enseñanza Pública (1831), al crearse más escuelas municipales, el método lancasteriano incrementó su uso. En 1830 sólo en escuelas de Zacatecas, Aguascalientes y Sombrerete se utilizaba el nuevo método. La falta de maestros que lo dominaran era el gran problema.4

El SEM o método Lancasteriano.

El opúsculo Ribott, resume la forma como debería aplicarse, el nuevo método. Ignacio Ribott, fue un maestro de origen español y ascendencia francesa que estuvo avecindado en la Habana. Se le atribuye haber nacido en América, pero educado en Europa. Documentos de archivo relacionados con la instrucción pública de Zacatecas, lo mencionan como “el habanero”. En vida, fue un trotamundos. Tras salir de la Habana donde enseñó el idioma francés, lo que debió ocurrir en los tiempos de la independencia llegó a México. En la ciudad de México dirigió una de las primeras escuelas lancasterianas durante el Imperio de Iturbide. Dorothy Tanck, citada por A. Staples (2005, :237-238), escribe su apellido como Riboll. Sin duda se refiere a Ignacio Ribott, transcrito mal por la tipografía de quien lo hizo que al paleografiar confundió la doble “ll” por la doble tt. De don Ignacio refiere Tanck, que fue el primer director de las secciones de primaria (primeras letras) y secundaria (escuela normal) de la primera escuela lancasteriana fundada en la ciudad de México, “El Sol”, que acorde con la influencia de la ilustración o iluminismo, dicho nombre resumía la filosofía de este movimiento, entendido como luz y razón. Dicha escuela con capacidad para 300 niños se estableció en el antiguo Palacio de la Inquisición, en la Plaza de Santo Domingo. Entre las novedades que aportó el nuevo método aplicado por el “habanero” estuvo el que “tendió a desterrar el antiguo proceso secuencial de enseñar a leer y posteriormente a escribir, una vez superados los primeros niveles de lectura”. Aunque era parte del mutuo pues se aplicaba con el auxilio de los monitores, se le llamó simultáneo porque con su empleo se aprendían al mismo tiempo los dos ramos y porque se buscaba aplicarlo simultáneamente en cada una de las escuelas de primeras letras. Este rasgo o principio también formaría parte de lo que se llamó uniformidad de la enseñanza, contrario a la enseñanza libre. Posteriormente anduvo por Valladolid la actual capital de Michoacán, en donde tuvo dificultades con el clero que lo acusó de enseñar doctrinas heréticas. Situación que lo obligó a elevar ante las autoridades civiles una enérgica queja “[…] contra algunos eclesiásticos que quieren desacreditar su sistema”,5 según protestó.

De la capital de Michoacán se pasó a Tamaulipas, en donde tras radicar un tiempo en Tampico, en 1828 pasó a dirigir una “Escuela Pública de Enseñanza Mutua” que se fundó en la antigua villa de Santa María de Aguayo, la actual Ciudad Victoria (Ramos, 2009, :37-44). Hasta que en 1831 llegó a Zacatecas, contratado por el gobierno de Francisco García Salinas para dirigir la Escuela Normal “La Constitución”, que desde cinco años atrás se había abierto en su sección primera o de primeras letras y que en ella se instruía a niños con el SEM o método lancasteriano. Con Ribott se refundó la Escuela lancasteriana, introduciéndose la segunda sección que correspondía propiamente a los estudios de Normal. En los dos cursos que dirigió Ribott en la institución zacatecana acudieron maestros o preceptores de diferentes partidos del estado becados por el gobierno con un peso diario, que ya estaban en servicio, para conocer, aplicar y propagar posteriormente el método lancasteriano en sus lugares de procedencia.

El Opúsculo de Ribott es un documento que aparece en un expediente fechado en 1862, con el barroco nombre de Reglamento del sistema de enseñanza mutuo tomado del Opúsculo de Ribott, con las especificaciones necesarias para que pueda seguirse en los establecimientos municipales de instrucción primaria del Estado.6 Este documento que desde su redacción y publicación por el año de 1832 y a lo largo de todo el S. XIX hizo las veces de un manual de organización escolar, a la vez que programa y plan de estudios hace mención a los procedimientos para echar a andar un establecimiento de primera enseñanza desde su fábrica material, arreglo del salón de clases, ramos o materias de enseñanza y su organización por clases y secciones acorde con los temas de los ramos y el empleo del sistema de enseñanza mutua o método lancasteriano, además de los horarios con los que se debía de trabajar.

El Reglamento u Opúsculo de Ribott comprendía catorce apartados, siendo el primero la:

Instalación de una escuela.

El primer trabajo del director sería registrar en una lista los nombres de los niños que concurrirían a clases. Seguidamente se les aplicaba un examen individual de exploración (“ligero”) con la finalidad de ubicarlos en la clase que les correspondiera.

Las clases.

Con este nombre se conoció lo que hoy llamamos grados. El SEM comprendía ocho clases. Un niño regular en sus asistencias y aprovechamiento requería entre dos y tres años para cursarlas todas. Los grupos de cada clase se dividían en secciones de acuerdo a los niveles de aprendizaje en que se encontraban. Ningún alumno podía ser promovido a la siguiente clase superior inmediata sino demostraba conocer los contenidos y habilidades de la anterior.

Enseñanza de la lectura y la escritura.

El ramo de lectura.

En estos como los otros ramos el preceptor o director se auxiliaba con los monitores que ponían a los alumnos repetir, memorizar y trazar gradualmente, letras, silabas y palabras copiadas en carteles impresos colocados sobre los muros del salón, hasta llegar a escribir oraciones y pensamientos breves.

El de lectura era considerado por el Reglamento como el más importante de los ramos. Junto con la escritura se aprendía en grado ascendente: tras comenzar en cajas de arena con el deletreo y silabeo, se pasaba al empleo del Catón y de las cartillas con la lectura y la escritura en las pautas (hojas de papel). Entre los textos más empleados estuvo El maestro de leer. Conversaciones ortológicas y nuevas cartillas para la verdadera y uniforme enseñanza de las escuelas de primeras letras de Xavier de Santiago Palomares; de Torcuato Torio de la Riva su Silabario para una perfecta instrucción ortológica, de igual forma el Silabario de Ignacio Montero con su método fonético que iba más allá del deletreo y silabeo; se leían también las fábulas de Iriarte y Samaniego en las clases superiores. Dos libritos que tenían mucha demanda eran los del Abate Sabatier: Tratado de las obligaciones del hombre y El Amigo de los Niños que servían a la vez para la enseñanza moral, entre otros materiales.

El ramo de la escritura.

Tan importante como el de la lectura era el ramo de escritura. Siendo complementarios, se puede decir que se enseñaban a la par. De ahí porque al mutuo o lancasteriano al enseñar juntos y de manera combinada los ramos de lectura y escritura, se le conoció también como método simultáneo debido a que se enseñaban al mismo tiempo.

Al igual que con el de la lectura, al concluir con el ramo de la escritura, se pregunta y responde Ribott en su manuscrito,

El ramo de aritmética (matemáticas o “cuentas”)

.

Lo que se enseñaba en las clases de este ramo era a contar a partir del conocimiento de los números con apoyo del aprendizaje y repetición de las tablas aritméticas. Antes de concluir las últimas clases o grados, se estudiaban las unidades y conversión de las medidas de longitud y áreas, del peso, volumen y las monedas

.

Las clases combinaban la teoría por medio de la memorización-repetición y la práctica de ejercicios y resolución de problemas.

Ribott redactó un texto de matemáticas que propuso o recomendó su uso en el Reglamento. Dicha obra pensada como un programa de aritmética básica para las escuelas de primeras letras la tituló Vademécum matemático dirigido a los jóvenes zacatecanos.

Ramo de moral.

El ramo de moral desde antes de la independencia y en el transcurso de vida independiente de la nueva nación mexicana estuvo comprendida por temas y prácticas de la religión cristiana. Los que se enseñaban por igual lo mismo a niños que a niñas. Con el nuevo país a la enseñanza de la moral cristiana se agregó la moral política, que como en el caso de la primera uno de los auxiliares más socorridos fueron los catecismos, en este caso políticos. Estos eran breves textos con preguntas y respuestas que los niños leían, repetían y aprendían de memoria.

Desde los tempranos tiempos de 1811, uno de los más prestigiosos maestros de esa época, autor de silabarios y cartillas, don Valentín Torres, en su escrito “Prospecto o manifestación de Plan para las escuelas de primeras letras”, en relación con la moral aseveraba que: “la educación de la juventud, ha sido mirada [sic] siempre como el más firme apoyo de la religión y el del Estado” (Delgado, 2006,:181).

Juana Gordon y Perovani, maestra inglesa que llegó a México y atendió a un grupo mixto, introdujo algunas novedades pedagógicas. Compartía la misma opinión de Valentín Torres, decía en 1813 que: “la grande [sic.] obra de la educación nacional se levanta sobre los elementos de la enseñanza moral y civil; elementos que, si bien carecen de los adornos que hermosean a las ciencias y a las artes en sus varios grados de perfección, son absolutamente indispensables para emprender las gloriosas carreras que distinguen a los hijos queridos de la patria” (Ídem, : 220 y 191).

Siguiendo al Opúsculo, las lecciones correspondientes al ramo de moral se veían al último, Después de que terminaban las de la aritmética se daba paso a la “enseñanza esencialmente religiosa” con apoyo del catecismo,8 también religioso. De las cinco a las cinco y media o seis, ya para concluir la sesión vespertina del horario, trabajando en ocasiones más allá del horario establecido, se ponía a estudiar a los niños clases de moral. En ocasiones, bajo la vigilancia del director, se hacía un repaso de las lecciones de este mismo ramo que habían sido vistas por la mañana.

Cuando Ribott redactó su Opúsculo, siendo un sujeto de un perfil un tanto liberal, patriota por convicción y dueño de un carácter insumiso; se quejaba y criticaba que la enseñanza de moral se circunscribiera básicamente a la religión cristiana. Sobre este ramo dejó asentado en su documento que era:

Aunque ya se empezaba a usar la cartilla política, el contenido de esta tampoco satisfacía al polémico y exigente habanero.

El Catón Cristiano y sobre todo el Catecismo del Padre Ripalda, fueron los textos más utilizados. Para la moral cívica, los preceptores se apoyaron en la cartilla política. Al referirse también a este ramo, el autor del Reglamento u Opúsculo, dejó escrito: “Para el ramo de moral, por ahora, el Catecismo de Ripalda y la cartilla política [sin mencionar cuál ni de que autor, pensando en que se escribieron varias], encomendando la explicación de ambas doctrinas y advirtiendo que la enseñanza del Catecismo solo se dará a los que no la rehúsen”. 10

Establecimientos para niñas

Aunque es de los apartados a los que menos espacio le dedica, el Reglamento u Opúsculo de Ribott cierra abordando los aspectos generales de las escuelas primarias para niñas que deberían funcionar de acuerdo con el sistema de enseñanza mutua. En esencia, lo estipulado en el reglamento para las escuelas de niños, se podía y debería aplicarse en las del género femenino, si bien habría que diferenciar algunos ramos de enseñanza debido a las peculiaridades de las mujeres. A los ramos de la educación primaria femenil además de la gramática (escritura y lectura), aritmética y moral, se agregaban los de dibujo y costura, en la que se incluía el bordado y otras “tareas mujeriles” como acostumbraba decirse a los quehaceres desempeñados por las mujeres

.

De acuerdo con el Opúsculo de Ribott, que en teoría e idealmente debería aplicarse en las escuelas, pero que no en todas ocurrió, los ramos, divididos en dos secciones, se distribuían de la siguiente manera: en la primera sección que comprendía hasta la clase sexta 11 se enseñaba la lectura en sus diferentes etapas, escritura en pizarra, “dechados y costura blanca”, las memorias de aritmética y gramática, concluyendo con “pociones elementales de moral urbanidad” contenidas en “el libro 3°”.

En la segunda sección, que comprendía la séptima y octava clases, se enseñaba lectura y escritura, aritmética y gramática en su fase práctica; dibujo, bordados y labores análogas y se continuaba con las nociones de moral y urbanidad. Las secciones se integraban de acuerdo a las edades, pero también por el grado de instrucción adquirido por las niñas. A cada sección correspondía un horario distinto.12

Para el año de 1834 había sólo en todo el partido de Zacatecas alrededor de 30 escuelas de primeras letras: de ellas 6 eran públicas de las que sólo en dos se enseñaba con el método mutuo; las restantes 26 eran particulares de las cuales 21 eran atendidas por maestras. Las rentas de las casas e inmuebles donde funcionaban los establecimientos, además de los sueldos, eran solventados por vecinos acomodados y los padres de las niñas. Algunas de las mujeres que en ellas enseñaban eran semi analfabetas con muy escasa preparación pedagógica. Maestras empíricas cuyas escuelitas con poca matrícula eran de párvulos a las que asistían mezclados lo mismo niñas que niños de corta edad, en una época en la que se acostumbraba separar a las escuelas según su género. Los padres se contentaban con enviar a sus hijas a los establecimientos para que las preceptoras les enseñaran los rudimentos de la religión cristiana. Hasta ese año referido, ninguna escuela para niñas de la capital del estado se enseñaba con el método lancasteriano, por el simple hecho de que las maestras no lo conocían. Esto nos da una idea de los difícil que fue la implantación y propagación del sistema de enseñanza mutua en Zacatecas.13

Previamente, siete años atrás de la circular de 1834 relacionada con la nota al pie de página 13, por 1827, en la administración de José María García Rojas, anterior a la de Francisco García, el estado contaba con 154 escuelas públicas de primera enseñanza a las que asistían 4 mil 694 alumnos. Había además 136 escuelas particulares que operaban en condiciones las más de ellas tan precarias o más que las públicas. Estas últimas se sostenían con los fondos municipales “inseguros los más, y por esto, de un producto precario” (Vidal, 1961,:30). Aunque desconocemos las cifras, es probable que por entonces el único establecimiento de instrucción elemental en el que se enseñaba con el método mutuo era el de la primera sección de la Normal llamada lancasteriana.

Ya en plena Republica centralista, cuando Zacatecas había pasado a ser Departamento, en su territorio según las Memorias del ministro de Instrucción Pública, Joaquín Baranda, entre 1835 a 1847, un informe del gobierno zacatecano recibido por el Ministerio del Interior del Centro en 1838, prevalecía un estado de abandono en la primera enseñanza. Dicho Informe hacía mención a los ramos que se enseñaban y precisaba que el método lancasteriano con el que de acuerdo con la ley se debería uniformar la enseñanza, sólo se empleaba en las escuelas de Zacatecas y Sombrerete. Caso similar sucedía con la escritura, en el que se utilizaban diferentes textos. La conclusión a la que llegaba era que existía, a dos años de constituida la Junta Departamental, “un notable atraso de la educación pública”, (Pérez, 2003, :49-85).

Pocos años después de que se dieron a conocer las Memorias de Baranda, en julio de 1840 ocurrió la reapertura de la Escuela Normal, y cuando en noviembre de 1842 se instaló una Junta Lancasteriana en el tiempo en que Teodosio Lares era el titular de la Subdirección de Intrucción Pública, tuvo entre sus integrantes a la crema y nata de los hombres de bien (Pérez, 2003, :73).

Para 1845 se encontraba al frente de la Junta Directiva de Instrucción Pública del Estado (JDEP) Pedro Ramírez, mismo personaje que durante el gobierno de Francisco García la había dirigid y en la que se atendían los asuntos del ramo de la instrucción. En 1846 al volverse a reestablecer el federalismo, con los liberales de nuevo en el poder, le quitaron el manejo de la instrucción primaria a la Compañía Lancasteriana, regresando su administración a los municipios. Encontramos aquí otra poderosa razón para el lento y tortuoso avance en la implantación del sistema de enseñanza mutua. La Compañía prácticamente no tuvo presencia cuando gobernaron al estado los federalistas y los municipios llenos de carencias tomaban en sus manos los asuntos de la instrucción pública.

Con los problemas de todo orden que se registraron, durante el régimen centralista encontramos que las escuelas registradas para 1849 habían pasado de 136 a 94. En este mismo lapso disminuyeron, pasando de 154 que había 20 años atrás a 123 (Pérez, 2003,: 69). Esto nos da la idea de que, en el tiempo de la Junta Departamental de Zacatecas, la instrucción pública no registró avances. Y más que un estancamiento hubo un retroceso. Cuando se observa un despegue notorio es entre 1850 y 1857. En estos siete años con el retorno del federalismo, las escuelas públicas pasaron de 30 a 51 y las particulares de 131 a 186 para alcanzar un total de 237 (Pérez, loc. cit).

De acuerdo con el informe de Jesús Valdés en 1855 que hizo llegar a las autoridades federales,14 cuando se restableció el federalismo tras el Plan de Ayutla existían en restituido estado 51 escuelas en ciudades, reales, pueblos, villas y haciendas. El reporte sacado del informe Valdés citado, da cuenta de una aplastante mayoría de escuelas que seguían recurriendo al método tradicional o antiguo, pues con éste se instruía a los niños en 30 escuelas. Y de las restantes, en 17 de acuerdo con la especialista en el tiempo y periodo A. Staples, declararon que instruían con el método lancasteriano “y ninguna de éstas era de niñas” (2005, p: 264). las otras ocho escuelas se encontraban abandonadas. Lo anterior significa que después de transcurrido un cuarto de siglo desde que se adoptó en el estado el sistema mutuo, sus relativos avances que se habían dado a trompicones impedían que se desterrara el método tradicional. Falta de recursos económicos en los municipios, pero también la carencia de maestros que dominaran el nuevo método fueron las causas del rezago en la instrucción de la primera enseñanza, principal razón ésta última para que pudiera uniformarse como lo fijaba la LGEP del 9 de junio de 1831.

El método lancasteriano era con él que se debería enseñar en las escuelas públicas para que la instrucción fuera uniforme, resulta que nada más se empleaba en 11 planteles. Esto se debía a la falta de maestros y maestras con dominio del método en cuestión. Quienes lo conocían habían llegado de otros confines fuera del estado, unos cuantos maestros oriundos del estado lo conocían y aplicaban.

Conclusión.

La institución u organismo encargado de procurar y divulgar el sistema de enseñanza mutuo o método lancasteriano, llamado también así en honor al Ingles Joseph Lancaster que lo perfeccionó, fue la Compañía Lancasteriana. Ésta fue una organización integrada por filántropos ilustres que desde el surgimiento de la nueva nación mexicana se preocuparon e hicieron de la instrucción o educación la mejor apuesta para sacar al pueblo de México del estado postración en que se encontraba al concluir el régimen de gobierno novohispano. La educación sería el remedio o, “la panacea para todos los males”, según la llamó Anne Staples. La Compañía Lancasteriana se estableció en la ciudad México en 1822 al abrirse la escuela El Sol, que albergó a 300 niños en el antiguo Edificio de la Inquisición. De esta escuela sería su primer director Ignacio Ribott, quien llegó a Zacatecas en 1831 a dirigir refundando la Escuela Normal con su segunda sección, por lo que sería el primero en capacitar a preceptores en servicio que acudieron becados por el gobierno, de diferentes partidos para aprender el nuevo método y regresar a sus lugares de procedencia a enseñar con el mismo, propagándolo entre otros colegas. La Compañía sobrevivió 68 años, pues desapareció en pleno corazón del porfiriato en 1890 (Staples, 2005, : 272). En Zacatecas su influencia no fue muy notoria por los vaivenes de la política y las oscilaciones por las que atravesó el estado y el país en un medio siglo convulso preñado de agitaciones, proclamas, banderías políticas, confrontaciones ideológicas y de intereses económicos con cambios de gobiernos y proyectos opuestos en sus fines e intereses. También en la lenta y difícil ruta del lancasterianismo en Zacatecas, tuvieron que ver los periodos superpuestos de gobiernos liberales federalistas y conservadores centralista empeñados en la confrontación fraticida de destruir unos y conservar el antiguo régimen los otros. A esto habría que agregar que durante los años de gobiernos federalistas, los municipios empobrecidos los más, se hicieron cargo de la instrucción de las primeras letras.

A lo anterior habría que agregar la falta de personas con dominio del método lancasteriano y la carencia de recursos económicos de los Ayuntamientos. La falta de preceptores o maestros debería solucionarse con los egresados de las normales lancasterianas (Staples, 1992, p: 50). Aunque fueron muy pocos, extranjeros los más notables, entre los primeros maestros en aplicarlo y difundirlo, fue Ignacio Ribott quien más dejó su impronta en Zacatecas. Además de la capital, se tienen noticias según consta en documentos del AHEZ que se abrieron escuelas lancasterianas en las cabeceras de otros partidos como Aguascalientes, Jerez, Fresnillo y Sombrerete.

El SEM o método lancasteriano, fue un ensayo educativo que se propuso ser una alternativa para la educación popular con los propósitos de formar ciudadanos y hombres útiles para superar el estado de atraso y analfabetismo por el que transitaba el país al insertarse a la vida independiente.


1. Este trabajo tuvo como base para su elaboración, información que contiene el libro (hasta ahora inédito): Pública, uniforme y obligatoria: la primera enseñanza en Zacatecas, 1814-1832; sobre todo del tema 6.2 que aborda el método, los ramos y las clases con las que se instruía en las escuelas de primeras letras tomando como base al reglamento u Opúsculo de Ribott. Con los agregados necesarios en el contenido, análisis y la documentación de otros autores, se presenta este trabajo.
2. Sobre el maestro Ribott y su etapa como director de la Escuela Normal Lancasteriana “La Constitución”, así como aspectos del sistema de enseñanza mutua o método lancasteriano, véase a Leonel Contreras, (2009), Ignacio Ribott y la enseñanza de las matemáticas en las escuelas de primeras letras de Zacatecas en el siglo XIX, UPN, México.
3. Archivo Histórico del Estado de Zacatecas (AHEZ), Fondo Enseñanza, Serie Instrucción pública, “Solicitud del Ayuntamiento de Aguascalientes de un préstamo de 5000 pesos para terminar la fábrica material de la escuela lancasteriana”, fj.1, 1833.
4. AHEZ, Gaceta del Gobierno del Estado libre de Zacatecas, Año 2, N° 197, martes 6 de julio de 1830, p. 876.
5. Archivo General de la Nación (AGN), GD 120: Justicia eclesiástica, “Queja del preceptor Ignacio Ribott”, Vol. 36, fojas 183-219, Valladolid, 1825.
6. AHEZ, Fondo Jefatura Política, Serie Instrucción Pública, caja 3, “Reglamento del Sistema de Enseñanza Mutua tomado del Opúsculo de Ribott, con las modificaciones necesarias para que puedan seguirse en los establecimientos municipales de instrucción primaria en el estado”, 1862.
7. AHEZ, “Reglamento…, op. cit., fjs.. 4-5.
8. AHEZ. “Reglamento del sistema de enseñanza mutua … fj. 5.
9. AHEZ, Fondo Jefatura Política, Serie Instrucción Pública, caja 3, “Reglamento del Sistema de Enseñanza Mutua tomado del Opúsculo de Ribott, … op. cit., fjs. 5 y 5v.
10. Ídem., fj. 2v.
11. El sistema de enseñanza mutua (método lancasteriano) contemplaba ocho clases, lo que hoy en día se conocen como grados, como parte de todo el nivel elemental que los niños debería de cursar en las escuelas de primeras letras.
12. AHEZ, Opúsculo de Ribott,…op. cit. fjs. 11v. y 12.
13. AHEZ, Serie Instrucción Pública, “Noticia de las escuelas que existen en esta capital con especificación de los objetos que consulta la circular el Exmo. Consejo de Gobierno de 11 del último enero [1834]”
14. AGN.Gpo. Doc. Justicia e Instrucción Pública, “Estado que manifiesta el número de escuelas de primeras letras que hay en el estado, su ubicación y gastos que se originan, fondos de donde se sostienen, método y materias de enseñanza”, Vol. 90. República Mexicana, Estado de Zacatecas, Exp. Número 7, enero, 1856.

Referencias y fuentes.

Documentos de archivo.
Archivo General de la Nación (AGN), GD 120: Justicia eclesiástica, “Queja del preceptor Ignacio Ribott”, Vol. 36, fojas 183-219, Valladolid, 1825. AGN. Gpo. Doc. Justicia e Instrucción Pública, “Estado que manifiesta el número de escuelas de primeras letras que hay en el estado, su ubicación y gastos que se originan, fondos de donde se sostienen, método y materias de enseñanza” 1856, Vol. 90. República Mexicana, Estado de Zacatecas, Exp. Número 7, enero, 1856.
Archivo Histórico del Estado de Zacatecas (AHEZ), Fondo Enseñanza, Serie Instrucción pública, “Solicitud del Ayuntamiento de Aguascalientes de un préstamo de 5000 pesos para terminar la fábrica material de la escuela lancasteriana”, fj.1, 1833.
AGN, GD 120: Justicia eclesiástica, “queja del preceptor Ignacio Ribott”, Vol. 36, fojas 183-219, Valladolid, 1825.
Archivo Histórico del Estado de Zacatecas (AHEZ), Gaceta del Gobierno del Estado libre de Zacatecas, Año 2, N° 197, martes 6 de julio de 1830, p. 876.
AHEZ, Fondo Jefatura Política, Serie Instrucción Pública, caja 3, “Reglamento del Sistema de Enseñanza Mutua tomado del Opúsculo de Ribott, con las modificaciones necesarias para que puedan seguirse en los establecimientos municipales de instrucción primaria en el estado”, 1862.
AHEZ, Serie Instrucción Pública, “Noticia de las escuelas que existen en esta capital con especificación de los objetos que consulta la circular el Exmo. Consejo de Gobierno de 11 del último enero. [1834]”.
González Cosío, Manuel (1849), “Memoria en que el gobierno del estado libre de los Zacatecas da cuenta de los ramos de la administración al congreso del mismo estado, con arreglo a lo dispuesto en el artículo 75 de la Constitución”, AHEZ, Zacatecas.

Bibliografía.

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