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Patrimonio arquitectónico-cultural
en el México del siglo XX.
Un panorama histórico.

Rocío Ramírez Villalpando

…para bien o para mal, en el paisaje ha quedado almacenada la historia
de nuestra relación con la tierra y, probablemente por ello
hablamos de paisaje cultural…
Peter Zumthor

Introducción.

La obra arquitectónica es partícipe constante del hacer humano, en el trascurrir de la historia está presente y aunque nadie es ajeno a ella, parece pasar desapercibida ante la cotidianidad. Cada construcción y espacio urbano, genera en el individuo que lo vive de forma física, un amplio panorama, expuesto a contraluz, captado solamente por quien no está absorto en la rutina, en el día a día. La arquitectura de una ciudad, es un símil de aquel personaje secundario de toda película, el que roba la escena y termina siendo trascendental.

México es un país rico en historia y cultura, la diversidad forma parte del basto territorio que lo compone -sea esta gastronómica, climática, artística, etcétera-. Su paisaje no se limita a sierras y lagos; ni al basto esplendor de la naturaleza desértica, o densa selva. Su panorama es constantemente enriquecido por la singularidad de su cultura, por las aportaciones a este concepto, expuestas a través de la ciencia en general, la obra literaria, pintura, escultura, música, danza, cine e ineludiblemente la arquitectura.

Desde los primeros años del siglo XX, se catapultaron los avances tecnológicos y académicos, en gran parte como consecuencia de las revoluciones sociales, aunque también, se originaron a causa de la visión internacional que, pese a solo ser alcanzada por las minorías, otorgó al país, nuevos rumbos para su desarrollo. La arquitectura fungió un papel importante, pues es a través de esta, es que fueron otorgados espacios recreativos, culturales, académicos y, del mismo modo satisfechas demandas sociales, conformado así, un paisaje arquitectónico- cultural propio.

El contexto nacional

La cultura llegó a la sociedad del siglo XX desde diversos puntos, sin duda alguna, el académico fue una constante, del mismo modo, la diversidad existente en el arte a través de la pintura, el cine, la música y, la literatura, hizo las veces de medio transmisor de todo ese bagaje en dicha centuria en México.

El reflejo de los cambios culturales, era sostenido e impulsado por la situación político-económica que privaba. Este panorama, contextualiza el punto central de este documento, el patrimonio arquitectónico colmado de tradición, “…con base en formas, pero formas que poseen una identidad y muchos puntos de referencia, No se hace arquitectura a partir de la nada. Las nuevas formas […] sin que se sepa cómo, pertenecen a la memoria del arquitecto…”1

La arquitectura históricamente ha dejado muestra de los avances que las civilizaciones tienen. México también lo hace manifiesto, podríamos remontarnos a la época precolombina, revisar la influencia española tras la conquista; hacer un recorrido puntual en las propuestas arquitectónicas realizadas hasta la época actual, evidenciando así, su evolución.

El siglo XX fue testigo de grandes cambios, avances tecnológicos, científicos, culturales y, todo lo que trajo consigo la expansión urbana, ocasionada por el incremento poblacional. El emerger de necesidades y demandas sociales, abanderadas por el objetivo de unión nacional. La arquitectura acorde a su tiempo, está ligada principalmente a la evolución cultural, política, social y económica, sin embargo, esta evolución no es nunca igual para estos rubros, ni se da en el mismo sentido, ni con la misma fuerza.

El recorrido histórico.

La época porfirista estaba influenciada por Francia, donde se producían las innovaciones más sobresalientes en arquitectura y urbanismo. Se evolucionaba a la par que las grandes potencias mundiales, el hormigón armado se patentó en 1892 y, el arquitecto Federico Mariscal hacía uso de este en la cimentación del edificio de la Secretaría de Relaciones Exteriores en 1904.2

El paisaje arquitectónico en México continuaba modificándose y, la vez, la riqueza patrimonial edilicia se incrementaba, en la búsqueda de lo propio, “…una vez promulgada la constitución de 1917 se establecieron gobiernos preocupados por hacer la arquitectura del nuevo régimen […dilucidando…] la posibilidad de volver a las tradiciones; postulado de la Revolución contra la influencia europea y planeado para consolidar el nacionalismo que […] había de representarla primera conquista efectiva de la Revolución.”3 Esto llevaría a varios arquitectos a realizar arquitectura neocolonial, haciéndose presente en la mayor parte del territorio nacional.

El arquitecto José Villagrán García, realizo un significativo aporte a la arquitectura mexicana con su Teoría de los Valores4, que pudo llevar a las aulas de la máxima casa de estudios del país, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) en 1927. El pensamiento y el trabajo analítico de Villagrán, lo condujo a una preocupación legítima por las consecuencias de la mala formación del profesional, con la conciencia de conocer “…la experiencia legada por los pueblos que llevaron a su máximo la cultura humana aparejando sus grandes conquistas sociales e intelectuales con una arquitectura que siempre fue su termómetro de cultura…”5 Catalogando de este modo a la arquitectura como patrimonio cultural de la nación.

Israel Katzman exponía que desde la tercera década del pasado siglo XX se manifestaban cambios, que fueron evidentes a partir de la cuarta década. Desglosa las variantes de esta nueva corriente, la moderna, en la que se buscaba una estética definida como “conjunto de armas formales de que se ha valido el arquitecto moderno; el contener este lenguaje es lo que hace contemporánea una obra, no es lo que lo hace estéticamente valiosa…”6 La transición arquitectónica vivida desde los años treinta, que llega a su máximo esplendor en los años sesenta, con un progreso paulatino del espacio útil, en el que la línea recta es clara, las formas son técnicamente exactas y se hace uso de módulos.

Surgieron entonces los planes nacionales para construcción de escuelas (1944) y hospitales (1943). La modernidad arquitectónica cobró fuerza, y corono su aportación con el máximo de sus ejemplos a nivel nacional, las nuevas instalaciones de la UNAM (1949-1952), que, en años recientes, modifico los créditos de autoría, reconociendo a los entonces alumnos Enrique Molinar, Armando Franco y Teodoro González de León como quienes hicieron el planteamiento inicial, con el que se rigieron los arquitectos Mario Pani y Enrique del Moral para su construcción.

En este punto, es necesario resaltar a quien logró ser reconocido nacional e internacionalmente por sus propuestas arquitectónicas mexicanas, utilizando referentes hacendarios, conventuales, provincianos, con un manejo único del paisaje.7 La obra que fue su casa estudio, en construida en 1948, dejó un precedente de suma importancia al ser catalogada más de medio siglo después, en 2004 como patrimonio mundial por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).

Fernanda Canales menciona que “La arquitectura de las décadas de 1970 y 1980 estuvo condicionada por tres hechos que alteraron la manera de construir y pensar las ciudades. El enfrentamiento de Tlatelolco en 1968, las crisis socioeconómicas y los terremotos de 1985…”,8 coincidiendo que la respuesta arquitectónica que dan las ciudades corresponderá siempre a los acontecimientos de toda índole que estas viven, otorgándoles con ello valor como patrimonio cultural. La globalización alcanzó a la arquitectura y en conjunto con las nuevas técnicas de representación, pusieron en el mapa a una nueva generación de arquitectos, en el ocaso de un centenar de años saturados de aportaciones.

Durante todo el siglo XX, fue la constante de la implementación de diversos y novedosos sistemas constructivos, el apropiamiento de lo aprendido en las aulas, la evolución formal y funcional de las edificaciones desde su concepción, todo ello, aplicado en una arquitectura que se apropiaba de su entorno y, que formando parte de la cultura mexicana que la contextualiza y fundamenta.

Reflexiones finales.

En todos los puntos geográficos del planeta se presenta la convergencia de la arquitectura “antigua” con la “contemporánea”, en la actualidad, existe una “…resistencia general ante las adiciones contemporáneas en lo preexistente -que- proviene del hecho de que el patrimonio construido, […] es considerado como una cosa sagrada para la cual la transformación se convierte en una fuente de problemas en el momento en que se toca esta traza, que representa la materialidad conservada de su autenticidad.”9 Pese a ello, es necesario tener conciencia que el paisaje arquitectónico enriquecido durante todo el siglo XX, que gozamos o padecemos en la época actual, como un reflejo una lectura específica a las aportaciones teóricas, con la visión objetiva a la incidencia de y en la cultura de nuestra sociedad.

Es comprensible que los cambios en el paisaje arquitectónico de las ciudades no pasen desapercibidos, la sociedad debate y combate cuando siente que su patrimonio es “agredido” utilizando la bandera del progreso y la modernidad como escudo y, aunque no toda arquitectura es paisaje -menos aun patrimonio-, tiene gran valor la suma de temporalidades en un panorama enriquecido con las aportaciones de aquellos actores que hicieron de la historia y la cultura a través de la arquitectura un patrimonio tangible.

1 João Rodolfo Stroeter. Teorías sobre Arquitectura. 2ª edición, México, Trillas, 2011, p. 86.
2 Luis Ortiz Macedo. La historia del arquitecto mexicano. Siglos XVI-XX. México, Grupo editorial proyección de México, 2004, p. 124 y 132.
3 Graciela de Garay A. La obra de Carlos obregón Santacilia. Arquitecto. México, INBA-SEP, 1979, p.25.
4 Ramón Vargas Salguero y Salvador Pinocelly (Ed.), Teoría de la Arquitectura. José Villagrán García. Cuadernos de arquitectura. Vol. 13, INBA, México, 1964.
5 José Villagrán García. Educación profesional del arquitecto, en Ramón Vargas Salguero (coord.). Ideario de los arquitectos mexicanos. Las nuevas tendencias. Tomo III, México, CONACULTA, 2011, p.73.
6 Israel Katzman. Arquitectura Contemporánea. México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1964, p.18.
7 Para más información ver: Rafael López Rangel. José Luis Benlliure. Un clásico de la arquitectura contemporánea en México. México, UAM- UNAM, 2012, p.78.
8 Fernanda Canales. Arquitectura en México 1900-2010.La construcción de la modernidad. Obras, Diseño, Arte y Pensamiento. Vol.1, México, Arquine- Fomento Banamex, 2013, P.270.
9 Alexandra Georgescu Paquin. La actualización patrimonial a través de la arquitectura contemporánea. España, Trea, 2015, p.17.
Bibliografía
• Canales, Fernanda. Arquitectura en México 1900-2010. La construcción de la modernidad. Obras, Diseño, Arte y Pensamiento. Vol.1, México, Arquine- Fomento Banamex, 2013.
• Garay de, Graciela. La obra de Carlos obregón Santacilia. Arquitecto. México, INBA-SEP, 1979.
• Georgescu Paquin, Alexandra. La actualización patrimonial a través de la arquitectura contemporánea. España, Trea, 2015.
• Katzman, Israel. Arquitectura Contemporánea. México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1964.
• López Rangel, Rafael. José Luis Benlliure. Un clásico de la arquitectura contemporánea en México. México, UAM- UNAM, 2012.
• Ortiz Macedo, Luis. La historia del arquitecto mexicano. Siglos XVI-XX. México, Grupo editorial proyección de México, 2004.
• Rodolfo Stroeter, João. Teorías sobre Arquitectura. 2ª edición, México, Trillas, 2011.
• Vargas Salguero, Ramón (Coord.). Ideario de los arquitectos mexicanos. Las nuevas tendencias. Tomo III, México, CONACULTA, 2011.
• _____________________ y Pinocelly, Salvador (Ed.), Teoría de la Arquitectura. José Villagrán García. Cuadernos de arquitectura. Vol. 13, INBA, México, 1964.
Imagen
Fotografía de portada: Centro histórico de la Ciudad de Zacatecas, México. Verano 2016. Archivo personal Rocío Ramírez Villalpando.

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