Diez, nueve, ocho, siete… escucha en la membrana la cuenta regresiva y no desea recordar cuántas veces ha hecho este viaje; pero no tiene otra opción, su condición distinta la hace ser la única apta para realizarlo. Nunca hubiera imaginado lo incómodo que es ser excepcional. Recuerda los eventos que la hicieron llegar a este momento y se clava en su pensamiento una pregunta: ¿cómo es que aún se pueden autodenominar seres humanos si ya casi no hay en ellos nada de lo que designaba este concepto? Y es que desde “La Catástrofe” ya casi ninguna definición se puede aplicar a nada, los asertos sólo son descripciones y la imaginación hace el resto para los nuevos seres.
Steven Levitsky y Daniel Ziblatt, dos profesores que imparten clases en Harvard, abordan la problemática para explicar cómo mueren las demo-cracias. Por medio de diversos casos exponen los medios que tienen re-lación con los sistemas de la caída de la democracia. Por medio de la teoría de los juegos explican cuatro posibles escenarios que contribuyen a la muerte de los sistemas democráticos: 1. “Si rechaza o tiene una débil aceptación de las reglas democráticas del juego. 2. Si se niega la legiti-midad de sus oponentes. 3. Si tolera o alienta la violencia, y 4. Si se tiene una predisposición a restringir las libertades civiles de la oposición, inclui-dos los medios de comunicación.”
Con el México independiente llegó al nuevo país una nueva moda en la primera enseñanza relacionada con el método: el sistema de enseñanza mutua (SEM) o método lancasteriano. El nuevo método se comenzó a emplear junto con el antiguo. Compartieron coincidencias como la memorización, la rigidez y disciplina incluidos los castigos, y entre las diferencias se registran nuevos contenidos curriculares, la participación de alumnos como monitores de clase en la instrucción de sus pares y el que el sistema mutuo descansara en una disciplina programada. Vigilar y castigar o en su caso, premiar.
El superhombre sabe como evadir el dolor, evitar las circunstancias que lo producen; fijarse fines y metas en esta vida; trabajar con la razón y el entendimiento por lograr éstas; controlar sus emociones, se cumplan o no éstas metas. Sabe ser fuerte en los fracasos, entenderlos y superarlos. Este superhombre es su propio Dios, depende de su propia fortaleza y de las colectivas; no cree en las supersticiones ni en los hábitos y costumbres que lo autodestruyan y le nublen el camino hacia el conocimiento y su libertad. Observa las injusticias a priori y se pronuncia por las causas justas y además lucha por ellas.