Por la década de los años setenta del siglo XVIII para diferenciarlas de las materias correspondientes a la tendencia humanística prevaleciente de la época (Teología Moral y Escolástica, Filosofía, Gramática, Latinidad, Retorica, …) a las cátedras de Matemáticas, Física y Química se les considera como materias de tipo científico y útiles a las actividades productivas de la entidad.
El superhombre sabe como evadir el dolor, evitar las circunstancias que lo producen; fijarse fines y metas en esta vida; trabajar con la razón y el entendimiento por lograr éstas; controlar sus emociones, se cumplan o no éstas metas. Sabe ser fuerte en los fracasos, entenderlos y superarlos. Este superhombre es su propio Dios, depende de su propia fortaleza y de las colectivas; no cree en las supersticiones ni en los hábitos y costumbres que lo autodestruyan y le nublen el camino hacia el conocimiento y su libertad. Observa las injusticias a priori y se pronuncia por las causas justas y además lucha por ellas.
Con el México independiente llegó al nuevo país una nueva moda en la primera enseñanza relacionada con el método: el sistema de enseñanza mutua (SEM) o método lancasteriano. El nuevo método se comenzó a emplear junto con el antiguo. Compartieron coincidencias como la memorización, la rigidez y disciplina incluidos los castigos, y entre las diferencias se registran nuevos contenidos curriculares, la participación de alumnos como monitores de clase en la instrucción de sus pares y el que el sistema mutuo descansara en una disciplina programada. Vigilar y castigar o en su caso, premiar.