Las siguientes no son reflexiones acabadas, sino constituyen apenas los inicios de un documento de vida que habrá de ser elaborado con la amplitud necesaria, producto de la experiencia personal acumulada y la calma suficiente para poder realizar un adecuado proceso de sistematización, al momento de entregarla a la sociedad. Escribo tratando de reconstruir el pasado y de contar con los mejores elementos que nos permitan una adecuada práctica en el presente; aunque subyacen ideas como la de que, mientras nosotros estamos en el balance, otros están en el deleite y de que mientras buscamos lo correcto, otros disfrutan del error; de que existen individuos para quienes la izquierda está en deuda, sin tener fondos para pagarles.
El Frente Popular de Zacatecas (FPZ) fue la organización primera en la que muchos militamos, porque era sinónimo de rebeldía y libertad en el pensamiento y acción ciudadanas y, sobre todo, de vínculo directo con las causas del pueblo, sobre todo de los sectores sociales más pobres y desprotegidos por el gobierno y el Partido Revolucionario Institucional (PRI), como único partido en el poder. Los dirigentes del FPZ decían que no les interesaban los cargos de responsabilidad pública ni formar parte de la burocracia gubernamental, sino luchar por resolver la problemática de la gente pobre, específicamente de los campesinos. El grito y consigna que entonces coreaban miles de gargantas, en las manifestaciones y plazas públicas era: hoy luchamos por la tierra, mañana por el poder, la cual realmente llegaba a las mentes y corazones de los estudiantes universitarios, sobre todo.
Desde sus orígenes el FPZ realizó una importante actividad política en Zacatecas; al ser un movimiento esencialmente campesino atacó la principal traba para su desarrollo como entidad industriosa: la sociedad señorial. Fue un movimiento que cimbró a la sociedad zacatecana, sobre todo a los sectores más pobres a quienes mostró que era posible, mediante la organización y la movilización, lograr trascender su situación de miseria y explotación, modificándola por una manera de vivir más digna, en la que aparecieran como seres humanos con derechos y no sólo con obligaciones; como seres emancipados y libres, no sólo como súbditos condenados a la dependencia y al olvido.
A mis escasos 19 años, organicé y dirigí un grupo de obreros agrícolas y campesinos en Lobatos y tuve la fortuna de ser invitado directamente por Jesús Pérez Cuevas a impulsar la formación del Frente Popular de Zacatecas (FPZ); el grupo Francisco Villa de Lobatos, integrado por campesinos y obreros agrícolas quienes luchaban por ser empleados en la construcción de una presa en ejido de Lobatos, fue parte constitutiva de esta organización. A su asamblea constitutiva en enero de 1974, acudieron campesinos de Lobatos, decididos en su lucha contra el gobierno, a quien acusaban de ser el causante de la miseria y desempleo en el medio rural. Mi participación esencialmente consistió en organizar a un amplio colectivo de ciudadanos urgidos de contar con un trabajo que pudiera permitirles dar sustento a sus familias, sin tener que emigrar fuera de Lobatos, abandonando a su suerte tanto a sus mujeres como a sus hijos.
No existe mejor nutrimento para el verdadero ser humano, como el que deviene de una situación de vínculo social; es nuestra sensibilidad para establecer comunicación con el pueblo, con la gente necesitada, con la problemática social, lo que nos permite vivir; lo que nos da ubicación y sitio social, lo que nos hace peculiares. Es la identificación auténticamente social lo que nos puede convertir en hombres auténticos; porque nuestra manera de vincularnos socialmente nos permite irnos decantando y adquirir un perfil propio, diferenciándonos e identificándonos con otros, con causas y propósitos hasta conformar rostros definidos con huellas imborrables, no sólo físicas sino mentales: en nuestra manera de pensar y entender la realidad, y de actuar en ella.
Pero el proceso de interrelación con la realidad por parte de quienes se asumen como alternativa verdadera, ha de sujetarse a dos cuestiones importantes y determinantes: primero, la necesidad de adquirir una disciplina y compromiso tal, que lleve a la formación ideológica y a la adquisición de la cultura política que impida y evite la perversidad, pues ésta no va con lo alternativo y vanguardista y, segundo, desarrollar una comunicación, vínculo y contacto social basado en la horizontalidad, de manera tal que permita una real comunicación e identificación que conduzca a disfrutar y reír junto al pueblo y a su lado, y vuelva imposible burlarse de él. Cuando el nutriente del ser humano ha sido el pueblo y su problemática, resulta fácil distinguir entre quienes se ríen con el pueblo y quienes de él se burlan.
A propósito de la emergencia del FPZ, algunos supimos de la presencia del Partido Comunista Mexicano (PCM) en la entidad zacatecana, aunque en el país existía desde 1919. Los integrantes del FPZ sostenían que los militantes del PCM eran unos electoreros-progobiernistas. Los comunistas decían que los del FPZ eran unos economicistas anclados en el inmediatismo, sin entender que la conquista del poder era prioritaria para, desde ahí, poder luego resolver la problemática general de la ciudadanía mexicana; primero debería lucharse por el poder y, desde ahí, impulsar luego el desarrollo de la sociedad, atendiendo la problemática del pueblo.
En 1975, un año después de haberse formado el FPZ, yo ingresé al PCM, buscando encontrar una salida a mis inquietudes; de manera específica era esta una organización que reivindicaba la idea de lucha por una sociedad comunista. Del PCM pasé al Partido Socialista Unificado de México (PSUM) organización fundada en 1981; más tarde ingresé al Partido Mexicano Socialista (PMS), organización surgida en 1987. Después ingresé al Partido de la Revolución Democrática (PRD), organización política constituida en 1989; ahí permanecí durante seis años, hasta 1995 cuando renuncié por considerar que se había constituido en una organización que obstaculizaba el desarrollo político de sus militantes, en traba y no en factor de estímulo para sus integrantes y, en fin, por considerar que sus prácticas y estilos de trabajo lo estaban conduciendo al despeñadero del oportunismo y hacia el sectarismo. En la transición hacia el siglo XXI, en el año 2000, abracé el proyecto de Partido de Centro Democrático (PCD), pero fue un intento fallido, pues no logramos el registro legal.
Así pues, desde inicios de los años setenta, y de eso han transcurrido ya cuarenta años, decidimos actuar en la oposición, en las filas de la izquierda; ahí continuaremos hasta la muerte. Renunciamos a la pasividad y optamos por el camino de la lucha, a pensar y actuar con libertad, pero en el marco del estado de derecho, pues la democracia aunque presenta numerosos problemas, es el único sistema que ofrece, en efecto, posibilidades de enmienda, así solo sea parcial; no es la panacea, pero sí el mejor de los sistemas de gobierno que hasta hoy han sido inventados. Con la democracia no se llega a una especie de utópico paraíso social, pero las democracias que mejor sobreviven como tales, son aquellas que se dan en condiciones de menor desigualdad social.
Actualmente estoy al margen de cualquier partido político, lo cual no es lo mejor para alguien que siempre ha tenido militancia política partidaria; aunque declaro que estoy en espera de una adecuada opción política para militar y desplegar mi práctica política. Lamentablemente, desde hace algunos años que no milito en partido político alguno, pues los partidos hasta ahora existentes, sobre todo los autodenominados partidos de oposición, carecen de presencia y legitimidad entre la ciudadanía; lo mismo sucede con las organizaciones civiles, las que han caído en un debilitamiento y desintegración, hasta institucionalizarse. No es que la organización partidaria carezca de importancia, por el contrario, el pueblo de México necesita un partido desde el cual desarrolle su conciencia política, hasta el grado de convertirse en verdadero sujeto del cambio con dirección ascendente, pacífico y legal; un partido cuyo perfil le permita tener cercanía ideológica con el centro izquierda y la socialdemocracia; con proyecto democrático, popular, nacionalista y socialista, alternativo al modelo económico neoliberal vigente en nuestro país.
El surgimiento de un partido con tales características, tiene gran importancia en un momento como el que actualmente vivimos, en el que gran parte de la ciudadanía transita su vida cotidiana en actitud de enorme indiferencia respecto a los partidos políticos existentes; ahora que la crisis política ha alcanzado tanto a la izquierda como a la derecha, lo cual se expresa en la dantesca alianza PAN-PRD, ni más ni menos que en Oaxaca, cuna del más grande de los liberales mexicanos, es justo el momento en el cual debe emerger un nuevo partido, distinto a los ahora existentes.
Nos sorprende mucho las alianzas entre partidos políticos que hoy día se realizan, mediante las cuales se pretende juntar a los adversarios y enemigos antagónicos de antaño, sin comprender que ello ha llevado a desdibujar el rostro de la izquierda mexicana. Pero entendemos a esto como un proceso de decantación que un día habrá de concluir, para dar pie a la verdadera organización política capaz de trastocar el status quo prevaleciente en nuestro país. Esa es la organización que estamos esperando y por la cual estamos actuando; aunque, lo comprendemos, su emergencia más que asunto de voluntades, es cuestión de condiciones. Ya es tiempo de comprender que el móvil de nuestras acciones está por encima de persona o situación específicas y meramente coyunturales; debemos convertirnos en seres que actúan en función de las circunstancias prevalecientes en la realidad y de los procesos y tendencias históricas.
Trascender el momento que vive México hace necesario la emergencia de un nuevo partido político, diferente a todos los que hasta ahora existen; esto supone el reencuentro de los diferentes grupos y fuerzas que en México existen desde los años setenta, retomar al marxismo como guía del accionar y establecer como meta a alcanzar la sociedad comunista en el mundo y México. 1
1 Es necesario hacer un reexamen de todo el marxismo de cara a los problemas de la realidad concreta, sin temor a abandonar lo que sea necesario. Pero a una concepción como la de Marx (o la de Hegel, la de Aristóteles, la de Weber) no se les puede abandonar sin más; la única posibilidad es superarlas dialécticamente (negación de ciertos aspectos, conservación de otros y avance hacia un nivel más alto). En la ciencia social y filosofía al igual que en el arte y literatura no hay caducidad absoluta. Los clásicos, si deveras lo son, tendrán siempre algo que decirnos.
Eric Hobsbawm, referente indiscutible en el mundo de los historiadores, especializado en los siglos XIX y XX, defiende el poder de las ideas de Marx para analizar lo ocurrido en el mundo actual; en el siglo XIX vaticinó la globalización y actualmente continúa sobreviviendo en su concepción materialista de la historia y en su análisis del capitalismo. El poder del marxismo sigue intacto y la superioridad de su método es evidente.
* Disertación pronunciada en el Teatro Fernando Calderón, Zacatecas, Zac., enero 24 del 2014, 17:00 horas, con motivo del 40 aniversario del FPZ.
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